En Venezuela el mundo del cacao es liderizado por mujeres. Ellas conocen las siembras, la reproducción, los tiempos de cosecha y prácticas ancestrales para fermentar y secar, con los mejores métodos, las semillas de cacao. Ifigenia Laya, pasa su mano sobre las mazorcas sabiendo si están maduras por su temperatura. Maura, abre de un solo corte certero los frutos. Guillermina, mide la fermentación por sus aromas, Amanda esparce los granos sobre el patio como palabras para un poema, mientras Ixora los recoge en sacos, riendo y cantando con sus muchachos; los hombres están en la mar o en otros oficios. El cacao es la base, la historia, las voces de las abuelas, la plantación, la casa, la herencia, lo íntimo, la economía diaria, la celebración y las fiestas.
Por cientos de años, cada bola de cacao fue una forma consciente de preservar la vida junto a la tibieza del cacao tostado y el seductor sabor del chocolate caliente.
El cacao también es realidad y en estos tiempos es crisis, muchas de esas mujeres, al no poder vender sus cacaos, asistieron a talleres y aprendieron a hacer bombones con las frutas de sus jardines. Recuperaron un magnífico legado de recetas tradicionales e intercambiaron maneras de hacer conservas, dulces, tortas, bebidas y ponches.
Hoy en Venezuela hay más de 1.500 emprendedoras del chocolate que viven y sostienen a sus familias con el oficio de hacer bombones, han integrado a sus parejas, hijos y hermanos, convirtiendo esta energía femenina en un proyecto familiar y comunitario alrededor del cacao y chocolate. Trabajan desde sus casas, atienden encargos y asisten a ferias y exposiciones para vender sus productos. Muchas son facilitadoras de nuevas alumnas, su fuerza las llevó a la universidad e inspiraron el Diplomado para la Gerencia del Cacao y el Chocolate, el cual agrupa por primera vez los conocimientos de los productores, hacedoras de chocolates, investigadores, científicos y profesores.
Entendimos que un bombón es atrapar en un pequeño espacio sabores, aromas y texturas; pero también conceptos, ideas y sueños. Un bombón es una cápsula que nos deleita y transporta a una región, un recuerdo y un sentimiento. Este movimiento, el de las emprendedoras del chocolate, se multiplica y llega a muchos estados del territorio, está lleno de vida y es una propuesta auténtica muy poderosa para el país. La bombonería venezolana en las comunidades se ha convertido en una plataforma económica que sirve a la familia, en una profesión que financia sus proyectos y en la búsqueda del bien común.
Trabajar en colectivo es la manera de transformar ideas en realidades. Estas Emprendedoras del Chocolate han vuelto con energía renovada y nuevos conocimientos a las plantaciones y a la siembra, a la preservación de sus cacaos originarios y a la utilización de ingredientes y recursos de su zona.
Cada vez que sembramos una mata de cacao proyectamos nuestro futuro
Cada vez que temperamos chocolate templamos nuestro espíritu.
Cada vez que elaboramos un bombón construimos un país.
María Fernanda Di Giacobbe